lunes, 22 de febrero de 2010

Las Normas de la Iglesia ya no eran las únicas



Uno de los cambios que más sobresalio en la sociedad mexicana de siglo XIX fue la separación que poco a poco se iba dando entre la organización y las normas que provenían de la iglesia, y las prácticas y comportamientos liberales.

La Constitución de 1824, inspirada en los principios del Plan de Iguala que eran Unión, Independencia y Religión, estableció que la religión sería estrictamente la católica, apostólica y romana, y que la nación la protegería con leyes sabias y justas, prohibiendo el ejercicio de cualquier otra.

La afirmación del poder civil sobre el eclesiástico sería definitiva para lograr la secularización de la sociedad, es decir, su desenvolvimiento de acuerdo con la propia racionalidad de los individuos y al margen de los dictados de la iglesia.

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